Estuve también en el estreno. Veamos, me pareció una función muy disfrutable. Lo primero, me he reconciliado con una obra que, escuchada en casa, se me hacía muy cuesta arriba: aquí entré en el discurso musical, y me pareció una música sosegada, envolvente, sensualísima... Una gozada, oigan. Quizá no hay momentos para desplegar el tifosismo (los cantantes están casi usados como un instrumento más), pero es una música que le hace a uno flotar, y de muy agradable escucha. Como sabéis, la masa orquestal no es especialmente excesiva, por lo cual un elenco digno de nuestro insigne teatro de Manolita Chen podría salvarse parcialmente interpretando esta ópera, salvo en momentos concretos. Estaba sentado abajo, y debo de reconocer que me encantó la Mélisande de Camila Tilling, a pesar de reconocer que el instrumento es muy pequeño, porque la voz es de una pureza cristalina, etérea, y de una delicadeza que conviene particularmente a la fragilidad casi aniñada de un personaje que es una incógnita en sí mismo. La verdad. me pareció una creación fascinante, aunque tengo mis dudas de cómo se la habrá escuchado en los pisos más altos. Más conflictivo fue el Pelléas de Yann Beuronn, a quien ya le había visto un Idamante hace un par de años que no me había gustado. La voz es pequeña, bastante blanquita y sin demasiado interés... En Pelléas, pues va colando como buenamente puede, pero la orquesta se lo traga literalmente en un par de momentos. El agudo, los pocos que hay aquí, todos apretados. Eso sí, algo bueno tenía que tener: el señor es muy idiomático, algo que en esta ópera se agradece. El Tito con el que va a deleitar al público madrileño en unos meses puede ser de verdadera traca. Huyan, que aún están a tiempo. Al Gouland de Laurent Naouri se le escucha, pero sufre en los extremos (hubo un par de agudos a media voz en el quinto acto muy cercanos al fiasco), y, la verdad, tampoco me pareció un gran cantante, aunque en esta ópera en general cumple, y le ayuda, como a Beuron, el hecho de ser muy idiomático. La mejor voz de todo el reparto la aportó el sonoro y majestuoso Arkel de un Franz Josef Selig a quien volvía a ver después de muchos años y que demuestra que quien tuvo retuvo: no será una voz tan poderosa como hace unos años, pero sigue sonando a bajo, y supo sacar mucho partido a su papel, especialmente en su monólogo final, francamente conmovedor. No escondo cierta decepción con la Genieve de una Hillary Summers que es una voz pequeña y tremendamente entubada (¡y pensar que este papel lo canta con frecuencia Marie-Nicole Lemieux!), y fue bastante digno el niño que hacía Ynoild (ayer fue Leopold Lampeldolsfer, porque se van a alternar dos). Entre los comprimarios, destacó mucho el Médico de Jean Luc Ballestra, muy bien servido. Buena prestación (tal vez la mejor que les haya escuchado) de la Orquesta del Teatro Real, que se vio como pez en el agua en esta partitura, seguramente gracias a la batuta de Sylvain Cambreling, que supo hacer una lectura envolvente y detallista, que tiene gran parte de la culpa de que la cosa funcione, aún a pesar de no haber grandes cantantes sobre el escenario. Ojo, la función del día 16 NO la dirige él, y las cosas podrian cambiar... No me suele gustar Robert Wilson, pero debo reconocer que este montaje funciona, es estético, aporta muchas imágenes muy hermosas (la gruta, el quinto acto...) y juega con más símbolos que otros (la escena de Pelléas y Mélisande jugando en el pozo me pareció muy hermosa). Además, creo que la frialdad del montaje casa muy bien con esta ópera, donde los verdaderos sentimientos brillan por su ausencia, las preguntas suelen contestarse con otra pregunta o una evasiva, y todo queda al final siendo un enigma. Además, aporta algo muy interesante, muy poético y muy simbólico al final... Algo que por supuesto no voy a contar para que cada uno lo vea y saque sus propias conclusiones. A mí, me gustó la idea del final, y quizá dé mi punto de vista al respecto cuando acaben las funciones... Muchos abandonos en el entreacto, y aplausos tibios al final, pero yo la verdad es que me lo pasé muy bien, incluso reconociendo que el elenco vocal fue bastante pobre: en otra ópera hubieran naufragado estrepitosamente, pero para esta tienen un pase.
|