De vuelta de vacaciones, y de bruces con la dura realidad laboral, me zambullo en este hilo:
1.- Bayreuth y el Festival:
Mi primera vez. Este dato matiza todos mis comentarios, pues, para mi desgracia, soy wagneriano practicante y bayreuthiano de adopción (desde el 85 siguiendo las retransmisiones radiofónicas). Desde el punto de vista personal, ha sido un reto vital finalmente conseguido, tras diez años en la lista de espera: dos días de levitación continua.
Viaje plagado de anécdotas y muchas “peculiaridades” que como recién llegado me han sorprendido, p.e.: - los engalanados caballeros quitándose el smoking en la sala, quedándose en tirantes y mangas de camisa; - la engalanadísimas señoras devorando a dentelladas, entre tules y foulards, bocadillos de salchichas en los entreactos; - la elevada edad media de los asistentes (en mi localidad estaba rodeado de septuagenarios y octogenarios, eso sí, con un comportamiento ejemplar): - la peculiar acústica de la sala para la orquesta: sonido aterciopelado y mate, pero no lejano ni opaco, radicalmente distinto al wagner hasta ahora escuchado en vivo o en disco; - la espectacular y favorecedora acústica de la sala para las voces, que nunca llegan ahogadas y lejanas (tiemblo ya cuando pienso en el futuro Tristán de Valencia en ese aberración acústica llamada Auditori);
No sufrí el calor de Nico. Incluso hubo lluvia fina el 15/agosto. La ciudad, preciosa. Muchas cosas que ver, sin bullicio turístico-festivalero.
2.- Parsifal – 15/agosto: Por la mañana, madrugón desde Nuremberg (preciosa y muy cuidada ciudad), pateo por la ciudad y comparecencia en el histórico evento organizado por la asociación wagneriana de Madrid (primera conferencia en español en Bayreuth). Veinte minutos de peregrinación, a pata como está mandado, al Festspielhaus (la cuesta es ligera, pero la fonda donde me hospedaba estaba algo lejos).
- lo escénico: Sobre los aspectos escénicos del Parsifal, les recomiendo la lectura de un mensaje de Le Gouverneur de 30/agosto/2008 (que está por la página 14), que realmente “lo clava”.
Me dio la impresión que muchos de los “fenómenos escénicos” (siempre en continuo cambio, con infinitos detalles casi inabarcables) estaban planteados como meras evocaciones, sin forzar interpretaciones unívocas, como dando libertad al espectador para que les diese un sentido, pero siempre de manera respetuosa en el fondo con el espíritu de una obra de tan “poliédrica interpetrabilidad”.
Sentidos e interpretaciones aparte, la escena está al servicio de la música (cosa rara hoy en día): si la música pide magia mística (primer descubrimiento del grial), o pide erotismo (muchachas flor), o pide cataclismo (hundimiento del castillo del Klingsor), etc. etc … la escena proporciona creaciones impactantes llenas de magia mística, erotismo, cataclismo, etc. etc. No hay palabras para expresar la sensación que se siente en ese final, con la paloma iluminando con luz dorada la sala, reflejando a la concurrencia en el espejo-bola del mundo. Tampoco hay palabras para la profunda emoción que sentí, a la mañana siguiente, paseando por un totalmente desierto jardín de Wahnfried, al revivir la puesta en escena de la noche anterior: la casa, la fuente, el túmulo…
- lo musical: Oído por radio, quizá la dirección de Gatti no diga nada. Pero, en la sala, su conjunción con lo escénico le da otra dimensión a su trabajo: allí todo se hacía interesante. Minoritarios pero sonoros abucheos cuando saludó en solitario (cuando saludó con la orquesta, los bravos y pateos fueron unánimes).
- lo canoro: Notable general para todos: secundarios, Gurnemanz, Amfortas y Kundry. Si tengo que destacar a alguien, me quedo con O’Neill: no daba ni un duro por él, pero en el segundo acto, a partir sobre todo del “Amfortas die wunde” , estuvo sobresaliente: facilísimo y comodísimo en el agudo, corriéndole la voz de maravilla; incisivo y rotundo, mostrando a la perfección la exigencia escénica: mutación en ser maduro (¿solidario, responsable?), a causa de la compasión con el dolor ajeno, de quien entró en el jardín como ser infantil, díscolo y despreocupado (¿hedonista, sin valores?).
3.- Tristán – 16/agosto: Esto lo dejo para mañana (o pasado), aunque la cosa será breve, porque la producción no da para más. Adelanto los titulares: Infumable castaña estética – Schneider: la redención de un wagnericida habitual - ¡caramba con el Vinke!
Saludos.
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