Les Arts – CPPD (Centro Perfeccionamiento Plácido Domingo) Centenario Gian Carlo Menotti Programa doble: The Telephone – Amelia al ballo
The Telephone (1947):
Obrilla mona e insustancial. Veinte minutillos de agradable y suave música.
En los roles titulares, dos cantantes ajenos al CPPD y adscritos al D-CYAP (Domingo-Cafritz Young Artist Program) Lucy fue Micaela Oeste. Voz ágil, bonita y de poca presencia. De sus notas biográficas parece que PD apuesta por ella (Gilda en Pekín con Domingoletto). El chileno Javier Arrey fue Ben. Voz preciosa, homogénea, muy lírica. Fácil por arriba y por abajo. Volumen muy generoso. A seguirle la pista.
Escena y dirección ajustada al servicio de una obra que no da para konzept. Aunque bien mirado, sí cabría en esta obra el “aggiornamento”: conozco a más de uno con el que es imposible hablar si tiene el móvil a su lado.
Amelia al ballo (1933-1937):
Opera buffa muy divertida, con partitura intensa y ágil, trepidante a veces. Una gozada su escucha. El programa dice que es una “sátira sobre la burguesía”. No me pareció tal, sino más bien un divertimento sobre los clichés operísticos, pues, siempre tratados con respeto y humor, me pareció percibir guiños al aria seria dentro de la ópera buffa, a la típica aria de tenor verista, al aria narrativa verdiana, al finale mozartiano con moraleja, etc.
Amelia fue Jennifer Lynn Waters, también del D-CYAP. Lírica “con fundamento”, de timbre no especialmente bello, pero con un señor chorro de voz, manejado a veces con brusquedad. Actoraza. Otra para seguirle la pista. El marido fue Aldo Heo, éste sí de la casa, a quien noté menos “perfeccionado” que en “L’italiana …”. El amante fue el tenor francés Sebastián Gueze, de la cuadra de Operalia, y que según el programa canta bastante por esos mundos de Dios. Lírico de claro timbre y de aceptables maneras. El resto, todos del CPPD, cumplidores, excepto la absolutamente inaudible voz de “la amiga” (de Mehta, supongo) Hagar Sharvit, quien tiene mucho que perfeccionar.
Escena y dirección a la altura de la obra: ágil y divertida. Magnífica la iluminación.
La orquesta (reducida) a su nivel. Dirigió PD. Sólo reprocharle el exceso decibélico en muchos momentos de “Amelia”: parecía que estaba dirigiendo en el Bernabéu sin amplificación, y eso, en el coqueto Teatro Martín y Soler, llega a doler.
En fin, agradable noche de ópera para cerrar la temporada. Lo del Martin y Soler es una gozada: ópera a dos palmos de tu cara, como en el salón de tu casa. A ver qué nos echa doña Helga (quien hizo acto de presencia)y el CPPD el año que viene.
Saludos.
PD: Salía yo del teatro haciendo mentales relaciones entre esta velada Menotti y el San Francisco de Mortier. Pero eso lo dejo para otro mensaje …
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