MarttiT escribió:
Ayer por la tarde me convencí de una cosa hablando con un exforero íntimo amigo mío: a la ópera hay que ir a disfrutar y no a sufrir. Para hacer autopsias ya están los forenses. Y yo ayer me lo pasé como los enanitos.
Suscribo las palabras de Mikel Chamizo en la crónica de Gara: la función de ayer fue un lujo asiático para Bilbao y costará que podamos escuchar en todo el estado una Lucia di Lammermoor mejor. Y eso no quiero decir nada más que esto, es decir, que si uno se pone a diseccionar la función seguro que salen errores pero si uno se deja llevar por algo tan primario y, sin embargo, intrinsicamente humano como eso que llaman "las emociones" sale con una sonrisa de oreja a oreja.
Permítanme que por ahora pase de hacer una crónica lega "al uso". Solo quería mostrar mi asombro por algunas de las cosas escritas y leídas aquí. Y no mi asombro porque discrepe de ellas porque esas "emociones" son particulares, personales e intransferibles; sino más bien por esa costumbre tan aparantamente arraigada de negarse a disfrutar.
Tienes razón, pero comprende también que si las Lucias disfrutadas en 45 años de vida operística han sido Scotto o Sutherland o Christina Deutekom ( qé olvidada está..) y los Edgardos Bergonzi, Pavarotti o Kraus
es inevitable y , precisamente para no sufrir, mejor no llevar muchas expectativas.
Dicho lo cual creo que el lunes asistimos a una representación FORMIDABLE de esta obra maestra. Música, voces, pasión, entrega, carne y arrebato se conjuntaron para ofrecer una función emocionante. Verdadero lujo para Bilbao o para Nueva York.
Es cierto y para mí fué una sorpresa qué la Damrau ha perdido sonoridad y timbre en el sobreagudo. A cambio presentó un centro más ancho y un timbre bellísimo e inmaculado, logrando frases mágicas.
También el tenor medio caló el agudo de su aria ( No pasa nada, Bergonzi lo galleó directamente en el Coliseo a mediados de los 70..). Pero el material vocal, la generosidad de la emisión y la variedad de matices e intensidades fueron admirables.
Y finalmente Tezier que estuvo directamente soberano, con una voz más amplia y resonante que en anteriores visitas y un fraseo de barítono pleno, más allá de su origen puramente lírico. Con un timbre de una belleza absoluta su evolución me recuerda a la de Bruson. Ojalá continúe así y podamos escucharle en cosas como Macbeth o el emperador del Ernani en unos años.
En fin y por fin una gozada de representación. Y qué gustazo ver las caras de la gente a la salida. Satisfacción pura.
Repito el viernes con un cierto temor a que estén algo tocados. Cuatro funciones de este operón en siete días es un reto. Y animo a los que puedan acercarse a Bilbao a que lo hagan. Quedan entradas y estas cosas no abundan.
Saludos.