SEÑORAS Y SEÑORES...MICHAEL FABIANO
Llevaba muchos meses esperando esta Lucia, desde el mes de Junio del año pasado cuando en la presentación de la nueva temporada se anunció esta función y se habló de un joven tenor cuya voz recordaba a alguien, me picó la curiosidad e intenté buscar alguna grabación que circulara por la red.
Poca cosa había… es tan joven.
Me gustó desde el minuto uno y así lo comenté en mi círculo, otra cosa sería verlo en directo y en el Euskalduna, este nuestro maravilloso teatro mata tenores, donde como no tengas una buena voz, y la producción te obligue a trabajar lejos de la corbata… acabas muerto.
Pero, evidentemente, esto no es ningún problema para Michael Fabiano: su voz suena noble, grande, hermosa y entregada, cante desde donde cante, con telón por medio, en el suelo, de rodillas, desde el fondo.. Yo creo que Fabiano es un lírico spinto conmovedor, de centro amplio y color bellísimo. Sus frases, llenas de intención, desde el momento en que pisa el escenario, acaban llegándote al corazón. Su trabajo escénico es impecable: Fabiano tiene el físico, la empatia y la energía y todo ello lo pone al servicio del personaje con una actitud de constante entrega, lo da todo y eso el público lo nota y lo agradece y acaba perdonando ese agudo algo tenso que sin duda corregirá en años venideros. Ayer no podía dejar de mirarlo: tengo la sensación de que la voz de Michael Fabiano va a ocupar un vacío que tengo en mi corazón hace muchos años: una voz capaz de acometer teatral y vocalmente los roles mas bellos del repertorio: el Ricardo del Ballo, el Gennaro de la Lucrecia… por no hablar de los Cavaradosi, Alfredos, Rodolfos, Pinkerton y Duques.
Porque ayer, medirse en tablas con Damrau y Tezier no era cosa fácil.
La alemana posee un timbre brillante y al día de hoy un centro sólido y consistente, un sobreagudo suficiente y una capacidad escénica espectacular que le permite evolucionar de un rol a otro sin perder un ápice de credibilidad, así, en el “El Conde Ory” se mostraba encantadora cómica y divertida y ayer en la Lucia deambuló sobrecogida por el escenario inmersa en el drama romántico por excelencia, hasta acabar en la famosa locura mostrando una capacidad física que le permitió danzar y cantar al mismo tiempo sobrecogiendo al personal.
El barítono francés es un valor seguro en cualquier reparto, vocalmente sin duda perfecto, el dominio de su instrumento es evidente, la voz suena plena en todo su registro y ayer me gustó especialmente su Enrico al que encontré más sobrio y entero escénicamente que en otras ocasiones.
Y para mayor disfrute de la que suscribe tuvo a bien firmar la producción el maestro Sagi, que optó por colorear en rojo negro y dorado las tribulaciones amorosas de nuestros personajes, encerrándolos en la tornasolada caja, que de supuesto pabellón de caza, digo yo, pasó a tribunal, por comparación de lo que allí ocurre, donde se firmó la sentencia de Lucia, aposento para el tenor mientras jugaba a matar o a morir y salón de baile nupcial donde acaba por fin de hacer cumbre el drama y recibiendo en la última escena el mini catafalco donde reposa, ya sin vida, la pobre protagonista que da nombre a la función.
Una estética un tanto gótica de vestuarios y colores que recuerda al Drácula de Bram Stoker sin duda, con gafas, levitas y chisteras, muy diferente a la vista hace dos meses escasos, en la mucho más sobria Lucia del MET.
Si allí la tristeza del drama se vistió de grises, negros y ricas franelas, aquí el maestro Sagi opta por brocados, rasos y sedas, proporcionando al espectador la sensación de opresión por medio del ahogo y no por medio del dolor.
Utiliza de nuevo Eduardo Bravo la intensa luz del fondo, que sin duda quiere marcar los tiempos de la acción, y es la única apertura que el regidor nos permite, pero la encuentro poco acertada y molesta para el espectador, que acaba deslumbrado en exceso cuando el panel del fondo se abre.
A señalar la desaparición de la tela que compone el suelo en el acto de la firma que acaba ocultándose por un agujero del centro del escenario con un ritmo efectista y muy apropiado dando paso a la entrada de Edgardo.
¡Cuánto le dan de si las telas al maestro Sagi ¡Me encanta!
Un apunte final para el maestro Montanaro que sacó lo mejor de la Sinfónica de Navarra haciéndola sonar a un ritmo increíblemente bien marcado, apuntó hasta decir basta cualquier entrada de coros y cantantes, manejó los apuntes románticos con maestría y contagió de energía milagrosa una función redonda como, creo que no había visto nunca en el Euskalduna.
Funciones como esta crean afición, funciones así siempre se recuerdan.
Me alegro de ser sencilla y básica, me alegro de ser una novata musical.
Me niego a no disfrutar.
La música da mucha felicidad.
¡QUE VIVA LA OPERA!
_________________ I'd rather be sleeping....but opera is keeping me awake (Susan)
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