Espléndido espectáculo, concebido para hacer disfrutar e impresionar, cosas que consigue. Técnicamente la retransmisión es inmejorable, empezando por una toma de sonido que ofrece nitidez, presencia y sobre todo, decibelios, muchos decibelios. He aquí la duda que conviene arrojar sobre el "show" una vez se reconoce que se ha disfrutado: la forma en que se ofrecen las voces las iguala a todas y las hace independientes de la orquesta, de manera que no importa lo fuerte que toque, que nunca los cubre y todo el reparto podría parecer (de primeras) integrado por cantantes heroicos. El resultado que escucha el espectador viene a equivaler a una grabación de estudio, pero con el incentivo de ser grabada en vivo. Desde este punto de vista, es un hallazgo sin duda. En el aspecto visual existe el ya acostumbrado abuso del primer plano, pero desde luego el aparato escénico también fue protagonista.
La producción es un espectáculo tecnológico made in USA, pero en sí carece que valores dramáticos importantes y presenta varios errores de enfoque en la relación de Wotan y Brunilda y una mala dirección de actores. En mi opinión, estamos ante una simple renovación del concepto escénico epatante de la "Grand Opéra".
Jimmy Levine llevó la Jornada con tempi moderados, lo que le permite extraer pasajes líricos subyugantes, con unos timbres cantables y vibrantes. No llega a carecer de brío en otros momentos, pero no están a la misma altura. Los grandes clímax de cada acto fueron un poco romos, más basados en el volumen que en la acumulación de tensión.
Lo mejor de la noche fue el primer Acto, que en mi opinión queda como una grabación que puede competir honorablemente en la discografía de obra. En primer lugar porque Levine ofreció lo máximo en belleza y lirismo encendido cuando acompañaba a los velsungos, comentando allá donde las palabras callaban. En segundo lugar, por una notable pareja de hermanos que difícilmente puede mejorarse actualmente. Lo escuchado a Kaufmann en este Acto me convenció plenamente por primera vez. La voz es atractiva, densa, robusta y no carece de intensidad tímbrica. Particularmente soy algo contrario a estas voces "tuneadas", pero no se puede negar que es de una calidad inencontrable actualmente. La tesitura del primer acto le permitió explotar a tope estas cualidades. K. posee una impostación natural magnífica en la franja media, que lleva a la superior sin recoger la emisión pero tampoco abriéndola. Las pocas pero comprometidas notas por encima del pasaje fueron potentes y voluminosas. En el segundo Acto en mi opinión abusó de esta impostación baja y mostró los problemas que acabará dándole si insiste en este camino: más que oscuro el timbre pareció mate, algunos pasajes fueron feos y en cuanto quiso cantar piano el sonido se fue atrás o apareció un color blanqueado chocante. Señalar varios ataques glóticos y sus incidentes salivares en los pasajes más dramáticos: síntoma inequívoco de cantante que recurre a resonancia "bucal". Mientras canta en voz plena, sabe lo que es el legato y acentúa como debe un cantante de ópera. No es un Sigmundo completo aún, pero sí entusiasma con su concepto arrojado y extrovertido, muy dominguiano en varios sentidos canoros y escénicos. Westbroek posee una bella voz de lírica de medio carácter, bien emitida en general aunque falta un poco de metal arriba y no frecuenta mucho la media voz. Me gustan las Siglindas sensuales y vulnerables y por este camino fue la suya, aunque tampoco le faltó carácter cuando se necesita. Una velsunga, al fin, que justifica que su hermano se la lleve para yacer con ella en el bosque.
El Hunding de König resultó monolítico pero sin suficiente fiereza. Por otro lado me sigue pareciendo mentira que un director de orquesta permita que un bajo cante los apartes del personaje sin diferenciarlos del resto de sus frases.
Blythe es seguramente la cantante más dotada y con mejor técnica escuchada en la función. La voz es estupenda, de verdadera mezzo y su emisión en punta la diferenciaba del resto de cantantes a pesar del efecto igualitario de la toma de sonido. Sabe además cantar a media voz verdadera (ataque de "Deine ewiger Gattin"). Su Fricka fue mayestática (en lo vocal y en lo escénico) pero sensible; en alguna oportunidad un poco sentimentalona, siguiendo el carácter general que la producción parece haber estimulado en los cantantes, alejándolos de lo épico para entrar más bien en lo doméstico. A pesar de los detalles (lloriqueos, sollozos), no hay nada doméstico en la voz de Blythe, que es de los pocos cantantes actuales que podrían afrontar un Wagner a la antigua. Si acaso, señalar que algún momento (pocos) llevó la resonancia de pecho a una franja demasiado alta.
Por ésta y otras razones, el nivel de la representación bajó según la ópera se fue centrando en Wotan y Brunilda. En primer lugar, la relación entre ambos fue representada como la de un padre un poco energúmeno y una teenager atolondrada, que empieza haciendo bromas a Wotan y luego se pasa la función entre el puchero y la rabieta. Resultó bastante difícil tomarse en serio esta Valquiria de Voigt, que entró a hacer la escena del "Anuncio de muerte" cabizbaja y vergonzosa como una estudiante de instituto que va recitar la lección en clase. Tampoco parece muy creíble Terfel quien hace de Wotan un gigantón que se tambalea por el escenario y hace muecas. Lo que único que impone de él es el tamaño. Vocalmente las cosas fueron un poco mejores. Ella con una voz lírica desgastada pero que conserva buen color en la zona media-alta. El resto de la tesitura está entubada y resulta molesta sin conseguir el objetivo de paliar la falta de espesor y metal. Además, esto le impide modular con lo cual tenemos una Valquiria roma en los pasajes dramáticos pero sin variedad en el fraseo de los líricos (el comienzo de "War es so schmählich", por ejemplo, donde resultó cursi y gutural). Pura rutina, digna pero nada más. Su padre lució la emisión engolada, gruesa y fibrosa que le es inherente y que sus continuas muecas ponen en evidencia (un pilotito infalible). Canto, pues, vociferante en general, aunque también atendió a las inflexiones recurriendo a algo que está más cerca del "crooning" que de la media voz. Valiente y sin incidencias, incluso en la última frase, lo cual debe reconocerse en un papel de tanta dificultad. Sin embargo estamos ante un cantante cuyos recursos expresivos son más bien toscos y el extremo grave exhibió sonidos desagradables.
Las ocho Valquirias aportaron toneladas de decibelios y contoneos varios. Aburrida desde el punto de vista escénico la Cabalgata. La escenita de la recogida de huesos bastante chusca.
El producto se completó con inenarrables entrevistas realizadas por Joyce di Donato y el inevitable Plácido Domingo, que parecía muy contento con las Valquirias, el hombre.
_________________ Il barone fu ferito, però migliora
Última edición por Gino el 15 May 2011 18:54, editado 2 veces en total
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