Con un día de retraso acerca de lo previsto
(viaje por medio), no me olvido de la crónica ¡que no, que no iba a escaquearme, que noooo!
Estuve en la función del 18, primera para el segundo reparto. Y me lo pasé de maravilla. De acuerdo que el gusto de cada uno es muy personal, pero no entiendo las opiniones de los que dicen que
L'Arbore "se deja ver", que es "una música insípida, con poca sustancia". Así, sin más, qué poco gas. Pues yo creo que es una ópera de lo más disfrutable, y que no todo va a ser trascendencia y dramones en escena. El 18 tocaba reír, y me reí a gusto. Queridos Da Ponte y Martín y Soler: misión cumplida, la obra funciona.
No había escuchado hasta ahora a
Ketevan Kemoklidze, y esta cantante despertaba mi curiosidad desde que le vi algunos youtubes de la película de Saura
Io, Don Giovanni, donde la soprano georgiana hace Donna Elvira. Como Amore, es un
crack. Me gusta su voz, su presencia escénica y su capacidad de disfrutar y hacer disfrutar, transmitiendo al público toda la vivacidad de un rol básico para mover los hilos de la trama. La Diana de
Ekaterina Lekhina comenzó un tanto destemplada para ir a más según avanzaba la función. El papel es criminal donde los haya, y contiene arias de coloratura de una dificultad espeluznante
. Siempre se habla de la Reina de la Noche, claro, pero esta Diana es pariente muy próxima, más bien su hermana mayor. Maravilloso rol: el aria "Sento che dea son io" es una verdadera joya que debería escucharse con más frecuencia.
Las ninfas Britomarte, Clizia y Cloe formaron un terceto que funcionó muy bien vocal y escénicamente, destacando sobre todo
Ainhoa Garmendia como Britomarte, muy lucida en su aria; esta soprano hizo en el
Don Giovanni del pasado noviembre en Oviedo una Zerlina para recordar, por su belleza y frescura vocal y por su desparpajo escénico, y su Britomarte fue por los mismos derroteros.
Marisa Martins y
Jossie Pérez redondeaban este divertido trío que acabará soltándose el pelo ante las trapisondas de Amore para pasar de ninfa a mujer
… a ver si Julio Iglesias se inspiró en esto, y no lo sabíamos.
Simón Orfila como Doristo fue lo mejor, a años luz, en la parte masculina del elenco. Siempre me ha gustado como cantante (en el aspecto vocal no lo encontré deslucido, que es lo que Rupert de Hentzau dice en un post anterior…), y escénicamente es fabuloso en papeles bufos. Muy bien.
Los tenores ya fueron otra cuestión.
José Luis Sola nunca me ha convencido, y esta vez su Silvio fue más de lo mismo: una emisión demasiado tensa, que le lleva a desafinar cuando quiere dar más volumen. Pero lo peor fue
John McVeigh como Endimione (y encima su papel es más largo). Es un tenor de timbre desagradable que por momentos resulta gallináceo; lo más flojo de la función, en verdad.
La puesta en escena me gustó. Resulta muy divertida y llena de guiños bien aprovechados. La transformación de Doristo en arbusto, que de una manera más tradicional hubiese resultado un problema, se resuelve muy bien situando al cantante tras una pantalla en la que aparece como radiografía humana para cambiarse por una "radiografía vegetal"
. Las pantallas–hojas en las que aparecen las manzanas doradas ó negras, según las ninfas se desmadren, también dan su juego. Todo ello se ve realzado por una iluminación bien concebida, y por el uso de colores más fríos (relacionados con Diana, las prohibiciones, la castidad) ó más cálidos, propios de Amore y sus intrigas. Reforzaba la idea (ya sé que alguno dirá que de un modo demasiado evidente) la pantalla del principio con el texto "Qui regna Diana", sustituido luego por "Qui regna Amore". Un recurso tan antiguo en la escena como las trampillas fue utilizado de manera eficaz para las apariciones y desapariciones del travieso Amore. Y también me gustó el decorado, que creaba un espacio acotado, cerrado, sin fisuras aparentes: un hermetismo superficial, aunque roto en momentos por esa especie de "nave nodriza" de Diana que surge en ocasiones como plataforma, escalinata, casi como trono… pero en forma de bañera a la que sirven de fondo las enormes astas de la cierva que acompaña a la diosa. La sensación de entrar en un espacio prohibido y aparentemente desnudo, que esconde mucho más de lo que deja ver.
El vestuario huye de lo dieciochesco y busca una imagen moderna, especialmente
glamourosa para Diana, diosa que se baña como una
star hollywoodiense (impagable el detalle de bañarse en espuma dejándose puestos los largos guantes negros). Muy bonitos los trajes de las ninfas, con las chaquetas asimétricas con un hombro al aire, y el toque de color del guante y la peluca que distingue a cada una de ellas. Es particularmente divertido el vestuario de Amore, con más disfraces que Mortadelo.
No me pareció plúmbea la dirección de
Ottavio Dantone, ni que sonase a Barroco en lugar de a Clasicismo. A mí me sonaba constantemente Mozart (lo lógico, por otra parte).
Algunos detalles a vuelatecla:
–Durante la función, el público se reía, seguía la historia y parecía estar pasándoselo bien. Entonces ¿por qué tan pocos aplausos al final?
Mi no comprender.
–Según me comentó Fledermaus, un espectador salía poco convencido de "esto del Barroco con televisores…"
Debió ver otra ópera, sin duda. Por lo del Barroco, se entiende.
–En el pasillo de butacas de platea, un sesudo caballero salía pontificando en los términos siguientes: "En el segundo acto no hay progresión dramática alguna, y desde el principio ya se sabe cómo va a terminar". Olé los eruditos a la violeta, sí señor. Pues no vuelva a la ópera, buen hombre, ó vaya solamente a estrenos absolutos en los que no sepa nada de la trama.
–En mi opinión,
L'Arbore no es
protomozartiana. Bajo ese término yo entiendo otra cosa, como las obras del Preclasicismo ó de la Escuela de Mannheim. Martín y Soler coincide con un Mozart que no está dando sus primeros pasos en la composición. ni mucho menos. Desde el principio, la música de
L'Arbore me hizo pensar constantemente en
La flauta mágica, así como el planteamiento de algunos personajes y situaciones, que también podrían evocar
Cosí (ese Amore que, como Despinetta, lo lía todo).
Y para acabar: fue una velada estupenda, con presencia forera en la previa y en la posfunción. En la previa, tuve la oportunidad de conocer a Arian (jamás lo hubiese imaginado así de joven) y a angelparsifal. Muchas gracias a los dos por un agradable rato de conversación. Además compartí una divertida posfunción con Fledermaus, el murciélago más elegante del foro. Que coincidamos más veces, y muchas gracias a los tres.
Y muchas gracias a Martín y Soler y a Lorenzo Da Ponte, claro.