Más o menos coincido con lo que se ha escrito hasta ahora. Fue una función correcta, donde todo estuvo más o menos en su sitio, pero sin chispa, sin pasión, sin desborde, salvo en algunos momentos muy puntuales. Esa pulcritud y esa correción pueden funcionar en una ópera de Mozart, pero no en "Andrea Chenier". Y el problema de esa falta de fuego viene sobre todo porque las voces protagonistas no son las adecuadas para la obra. Dejando aparte al barítono, que no es voz ni para esta ópera ni para ninguna otra, tanto Alvarez como Cedolins están sobrepasados por sus personajes y bastante tienen con llegar sanos y salvos al final, como para también pedirles que desprendan fuego y que emocionen.
La voz de Alvarez, como ha comentado Gouverneur, está caída siempre, sobre todo en los agudos mates y sin "squillo", y suena blandita, sin fuerza y sin empuje para un papel como éste. En el dúo final acabó pidiendo la hora desesperadamente. En cuanto a Cedolins, su empeño en ensanchar a toda costa para parecer la voz que no es, está desequilibrando por completo un edificio vocal que era de auténtico lujo. Empezó muy mal, pero fue mejorando poco a poco y al final llegó mucho más fresca que su compañero "de fatigas". Por cierto, y como es lógico, lo mejor de la noche fue el dúo del segundo acto, el más lírico y sosegado, y el más apropiado para ambas voces. Y es que la ópera a veces es matemática pura.
La orquesta de Pérez fue eficaz, pero funcionó mejor en los momentos de conjunto y de fuerza, que en las arias, por ejemplo, donde las caídas de tensión (quizá para ayudar a los cantantes) fueron evidentísimas.
Veremos cómo sigue el recorrido de las funciones, porque el primer día siempre todo es más aséptico.