Espectacular fin de semana en Madrid para los amantes del Barroco.
El azar ha hecho coincidir en la capital a un nutrido grupo de especialistas en Barroco, de Curtis a Alessandrini, de Invernizzi a Prina. Nos lo hemos pasado teta:
El viernes en el Auditorio el Complesso Barroco presentó una magnífica
Juditha Triumphans en la bandeja de plata de la sensualidad y la intensidad de Rinaldo
Alessandrini. Impresionante la sonoridad que consigue de la orquesta (la Nacional de España, en este caso) y la inteligencia de la lectura de una partitura, por otra parte, magistral. Las solistas estuvieron a la altura. Una espectacular como siempre Roberta
Invernizzi, armada con su magnífica coloratura, su bellísimo timbre y su arrojo interpretativo, nos regaló un Vagaus referencial, intensísimo e inolvidable. Impresionante su
Armatae face et anguibus Laura
Polverelli hizo a su vez una Judith atenta a cada detalle, si bien la voz no se desarrolló en toda su riqueza en un papel tal vez demasiado grave para ella. Una Sara
Mingardo un poco ausente fue un Holofernes de rotunda presencia vocal (en el máximo sentido que esta expresión puede alcanzar hablando de voces barrocas, entendedme
), con su característico timbre que contrastaba estupendamente con el de Polverelli. Ese torbellino llamado María Hinojosa, y Marta Infante completaron el repartazo. Magnífico.
Y el sábado pude ir a un abarrotado
Tolomeo en versión concierto en el Real, bajo la dirección del siempre académico Alan
Curtis, a quien yo no le hubiera reprochado algo de la intensidad de su colega el día anterior. Por cierto, detallazo de Moral al programar para el día de San Valentín una ópera sobre la fidelidad de los enamorados
Aunque, para colmo, acudí solo a la representación, qué mal presagio
Entre los intérpretes hubo de todo, aunque entre especialistas andaba la cosa. Sonia
Prina en el rol protagonista tardó en convencerme, con una destempladísima
Cielo ingiusto. Su voz está tal vez demasiado coloreada con sonoridades de pecho en la mayor parte del registro, pero la heterodoxa fórmula termina por funcionar en algunos personajes; y éste era uno de ellos. Mejoró muchísimo a lo largo de la función, para bordar una extraordinaria escena del veneno. Nunca me había gustado en disco, pero hay que reconocer que en directo gana muchísimo. Klara
Ek, de voz pobre aunque de técnica segura, fue una pícara Elisa y Romina
Basso, aunque bien en general y con su notable timbre oscuro, se mostró insuficiente en la coloratura y no especialmente centrada en el rol. Los puntos negros, una anodina Karina Gauvin como Seleuce (que sin embargo bordó el precioso duo del final del II Acto con Prina) y un Foster-Williams demasiado dado a ensanchar muy desagradablemente su voz, que sin embargo tiene algo.
En cualquier caso, dos enormes oportunidades de escuchar un Vivaldi y un Händel impecablemente presentados. Y una oportunidad para renovar mis votos amorosos con la extraordinaria Roberta Invernizzi, a quien adoro.
Hubo expedición ovetense a la Juditha. Que cuenten, que cuenten
Perdonad la brevedad de las crónicas, pero no tengo mucho tiempo ahora. Espero que otros amigos las completen.