Siddharta escribió:
En cuanto a Mariella Devia uno sólo puede rendirse ante su brillante resolución de un rol ya demasiado ligero para la evolución de su voz. La coloratura es de una precisión absoluta, las notas picadas alcanzan una sonoridad voladora, y el centro vocal conserva toda la riqueza timbrica de antaño, variado sin ser carnoso, punzante y a la vez de un lirismo arrebatador. El fiato es espectacular para su veteranía, permitiéndose frases larguísimas, dándole a su canto el aspecto ligadísimo que lo hace característico. En el debe, una zona aguda cada vez más esforzada y tirante, pero en la que aún es capaz de matizar, apianar y resolver dificultades a través de la hiper-colocación, como en el duo con Tancredi. El fraseo fue intenso y matizado hasta el extremo en las arias y un poco más dejado y fácil en los recitativos. En la primera aria ya dejó sentados los precedentes que hacían adivinar una gran noche. Impresionante hasta el escalofrío en el concertante final del I Acto. En el aria de la cárcel alcanzó el clímax vocal e interpretativo, con una media voz perfecta. En el Giusto Dio terminó con el académico repaso a todos los recursos vocales belcantistas, con una agilidades perfectas, aunque no coronó el aria con el Mib agudo.
Yo, al final salí "Deviaista"
Su función fué similar a mi convencimiento personal con ella: algo lento.
La primera impresión que tuve (me pasa siempre) es la de que su timbre me parece más ácido de lo que me gustaría, su centro temblón, su comunicatividad tibia, y sus agilidades picadas algo pesadas y faltas de engrase. Su primera aria me dejo frío.
Pero fué pasar la función, y constatar su limpieza "de lejía"; su sorprendente homogeneidad; su técnica asombrósamente pulida y completa, y sus timbradísimos agudos (a sus años); su fraseo muy contenido pero cierto; su correcta desemboltura escénica y, sobretodo, ese no forzar el instrumento tan iiiiiincreííííble que tiene y que hace que cualquier compañero de reparto parezca que tiene tensiones hasta en las cejas. Me ganó.
Fué como constatar que una antigua diva del canto, con el sonido libre, amortiguado, relajado.... daba sus últimas lecciones a un mundo donde, esa perfección, ese esfuerzo por mantenerse LIMPIO hasta las últimas, ya no importase tanto.
Al final pensaba que Devia era algo así como una columna dórica: clásica, escueta, incluso algo marmorea, pero, al final, verdadera e imperecedera.
Pues que viva Devia.