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Aunque algunos no se lo crean, lejos de los grandes fastos hay ópera; y sobre todo si esta ópera se hace sustituyendo la falta de medios técnicos y econóicos con ilusión a raudales.
Algo parecido escribí tras el L'elisir d'amore de hace un par de años en el mismo teatro y organizado por la misma Asociación Lírica Luis Mariano, de Irun. Hoy lo recuerdo porque un servidor se fue a casita con una sonrisa de oreja a oreja tras ver una modesta, dignísima y musicalmente atractiva Die Zauberflöte.
No es reto sencillo la obra de Mozart, siquiera porque cuenta con un nunero de solistas importante y un número nada desdeñable de momentos de gran exigencia vocal. La ALLM va asumiendo cada vez retos más exigentes y ya estoy deseando que nos ofrecerán el año que viene, porque este Mozart se ha superado con nota más que aceptable.
Es cierto: en ocasiones la producción excénica parecía el acto de fin de curso de una clase de secundaria, las trampillas todas se abrian manualmente y los "trucos" de escena se nos aparecían flagrantes una y otra vez, pero ¿no tiene ello su encanto si no tratan de venderte humo?
En una única rampa roja media docena de trampillas que servían para presentarnos a los cantantes y para transportarnos del bosque de fieras al templo de Sarastro, con un único cambio de luz. Muy sencillo, elemental, pero honrado.
¿Y los cantantes? Tamino era el francés, de origen vietnamita (lo digo para que no se hagan chistes fáciles con el apellido) Philippe Do que mostró una voz muy bella, con empaque, aunque en la zona aguda mostró algun descontrol. Pamina era la alemana Ulrike Van Cothem , mona pero más inexpresiva que una escoba. Ha cantado Pamina en varios teatros alemanes y se observó que era una voz "hecha", y su Pamina fue vocalmente de enjundia, con voz brillante.
En cualquier función de esta ópera el triunfador es siempre Papageno, en este caso Isidro Anaya, que creo perdió la oportunidad de desarrollar el aspecto cómico del personaje; demasiado envarado, pendiente de su alemán y del director, no fue actor hasta el final de la ópera. Vocalmente, justito, con un agudo ineguro y lejos de la frescura de su Berstein (Trouble in Tahití) en Pamplona hará un par de años, pero esto es lo que tiene cantar Mozart: que te enseña tus puntos débiles. Su amorcito era Irantzu Bartolomé, que fue una Papagena sin espectacularidad.
Todos esperan a que aparezca la Reina de la Noche; ella era la alemana Claudia Karrasch, que dió todas y cada una de las notas de su imposible papel, lo que no es pocó. Su voz no es bonita, de timbre poco agradable, pero anduvo en los sobre agudos con cierta facilidad. me sorprensió la frialdad del público, especialmente en la segunda aria. Su enemigo era el venezolano Ernesto Morillo , en cuyo Sarastro tambien dió todas las notas graves con apabullante facilidad (opto por la alternativa del final grave en su primera aria) aunque tambien le traicionara el timbre opaco y con la sensación que me acompañó toda la función de que la voz se le quedaba en la garganta. Planta impresionante´.
Philippe Fourcade fue un Sprecher rotundo, mientras que el Monostatos de Jean Noël Poggiali fue más actoral que vocal (su timbre me pareció no feo, sino extraño). Y las tres damas fueron las guipuzcoanas Elena Sancho, Marifé Nogales (a la que veremos en un pequeño papel en el próximo Giulio Cesare in Egitto, de la ABAO) y Ainhoa López. Las dos primeras fueron las voces más interesantes de la noche junto al duo protagonista. Por último los dos ombras armados y los dos sacerdotes fueron el tenor Iker Casares, casi inaudible, y la sorprendente voz grave de (perdon, pero no me acuerdo del nombre) . Los tres genios eran muchachos de la Escolanía Coro Easo y cumplieron magnificamente, especialmente la voz más aguda.
La orquesta Luis Mariano la componían una treintena de personas que dirigidos por Patrick Souillet brindaron una versión más que aceptable, a pesar de las limitaciones evidentes del recinto.
Un espectáculo magnífico. leída la opinión habrá quien pueda desprender de ella cierta carga crítica pero basta con ver el teatro, las condiciones en las que trabajan, el esfuerzo que hacen y el trampolín que supone para algunos de estos cantantes, algunos de ellos muy jóvenes para aplausir a la Asociación Lírica Luis Mariano hasta que me duelan las manos. Ya pueden contar conmigo para el futuro.
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