Siempre se ha dicho que para una buena representación del Trovador, son imprescindibles cuatro buenos cantantes que den la talla, de no se así se queda coja, es lo que creo que le pasó a la que vi anoche y que me defraudó. Y eso que conté con la compañía de dos de los miembros de La Panderola, Manuel y Radamés que siempre ayuda. Los que no nos conocen a fondo no entienden la relación de amistad tan especial que tenemos entre nosotros, tengo la suerte de conocer a la mayoría más de cuarenta años, y al resto aunque hace bastante menos los considero también casi como unos hermanos, me falta nuestro Presidente Jose Luis (que pena que no tengan todos los Presidentes su clase), al que hacía rabiar diciéndole que el Réquiem de Fauré era mejor que el de Verdi, se enfadaba mucho, era un verdiano tremendo. Digo todo esto porque ayer comentábamos que nota le pondría él a la representación. Es cierto que a mis dos amigos les gustó un poco más que a mí, yo que soy bastante apasionado no sentí emoción en ningún momento, no se si fue porque vimos pasar dos pájaros raros y me descentré, o también podría ser que no estuve en mi sitio habitual de platea (en esta ocasión estuve en un lateral del segundo piso), y eso hizo que los sonidos me llegaran de forma diferente a la habitual, pero es verdad que no me sentí a gusto en casi ningún momento.
Y entrando de lleno en el tema musical estas son mis opiniones:
Olga Maslova (Leonora), no me gustó su tipo de voz desde el principio, aunque tuvo algún momento que mejoró no consiguió emocionarme, y mira que esta ópera tiene momentos para hacerlo, sus agudos me molestaban y casi me resultaban desagradables. A la pobre el conde le pegó una bofetada de mucho cuidado. Regular.
Antonio Poli (Manrico), nuestro querido Jose Luis se hubiera pasado la representación negando con la cabeza. Corto de volumen, no estuvo a la altura de su papel y sufrió con él. Su “Di quella pira” irreconocible. Manrico le vino tan grande, como a la mayoría de los políticos les ha pasado con la dana (tsunami) de Valencia. Regular.
Artur Rucinski (El conde Luna), es un cantante al que he visto varias veces y nunca defrauda, aunque esta vez me gustó un poco menos que las anteriores, pero es una garantía. Bien.
Ekaterina Semenchuk (Azucena), fue de lo mejor de la noche, ya había interpretado el Trovador aquí hace años y volvió a hacerlo con solvencia y garantías. Notable.
El resto del reparto cumplidores.
En cuanto a la Orquesta aunque estuvo bien, hubo momentos en los que me resultó un poco estridente y con un volumen que tapaba a los cantantes, de todas formas algunos se tapaban solos. Notable.
El coro bien como siempre a nivel vocal y actoral. Notable.
La puesta en escena de Ollé está aplicada con talento, con cuatro módulos que los va acoplando de diferentes maneras saca un resultado interesante. Más la iluminación que acompaña muy bien las escenas, consiguiendo un resultado que por lo menos no molesta. Nos pegó un buen susto en la escena del fusilamiento. Bien.
En definitiva, estuvo bien en general, pero le faltaron esos momentos que te ponen la carne de gallina, y te hacen salir del teatro canturreando.
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Era tan pobre que solo tenía dinero
La vida está llena de pequeñas cosas que son las que te hacen feliz